Las realidades ajenas no nos pueden afectar, de hecho no hay realidades ajenas. No hay nada ahí afuera, todo es una ilusión, una proyección de la mente de este cuerpo en su afán por intentar entender lo que percibe y recordar quien es... Tu, mi, su, nuestra ilusión, unas veces individual, otras compartida...
Todo es el guion de esta gran obra, una obra más para nuestro ser. Pero esta vez de nuevo nos estamos identificando con el personaje, le estamos dando tanta importancia a esta ilusión física que nos hemos olvidado de nuestra verdadera realidad.
No somos este trillón de células que da forma a estos cuerpos orgánicos...
Somos la vida tras el telón en este teatro de ilusión. Cuando lo comprendemos, despertamos y nada vuelve a ser como era antes... Aunque si dejamos de trabajar, volvemos a caer en el sueño, en la ilusión de la realidad ajena.
Recuerdo la anécdota de alguien que buscaba las llaves de casa , pero como de repente se apagaron las luces salió a buscarlas al jardín. Cuando lo vieron los vecinos se pusieron a buscar con el. Llevaban algún tiempo buscando y un vecino le preguntó ¿Dónde las viste por ultima vez? a lo que el respondió, yo las deje en la cocina. Pero como se fue la electricidad las busco aquí fuera por que hay más luz.
Quizá parezca un chiste, pero eso es lo que solemos hacer en la búsqueda del conocimiento. Pero no me voy a quedar en anécdotas o filosofías, quiero ir más allá. Te quiero mostrar como puedes empezar a despertar a tu verdadera realidad, despertar al verdadero conocimiento que se haya en su totalidad en tu interior.
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